Me han publicado este relatito en la edición de diciembre de 2025 de la Revista Caminante.
ANTROPÓFAGO
Voy solo al cine. No quiero que se me ponga nadie cerca y me siento en una de las primeras filas. El día menos pensado va a comerme la pantalla. Me aseguro de apagar bien el móvil. Sentiría bochorno si sonase. Cuando acaban los primeros anuncios y se apagan las luces, se sienta junto a mí un chico a quien la acomodadora acompaña. Hace ruido al comer. Un ruido repetitivo al morder las patatas alargadas. Ñam Ñam Ñam. Tres sonidos infernales que se repiten a intervalos milimétricos. Ñam Ñam Ñam. Siento poco a poco rabia. Molestia. Me siento culpable por no atreverme a decirle algo. Se ríe demasiado alto. A destiempo. Abre un paquete de frutos secos en un interminable acto. Cada vez que mete sus dedos lleva a cabo un concierto de plástico. Tras ello, abre la botella de refresco. Es como si no pudiera parar de echarse algo a la boca. No deja de beberlo. Como por obligación. Eructa. Parece que va a vomitar. Se queda dormido. Al despertarse, se agacha y rebusca en el paquete de palomitas. No queda nada. Noto que me mira.
—Sabe a pollo —le oigo decir con la oreja que aún me queda.